Funan película Jemeres Rojos Camboya

Funan, distribuida en España por Alfa Pictures es la opera prima de Denis Do, un joven director francés de origen camboyano, que ha sido aclamada en varios festivales, incluyendo el premio al mejor largometraje en el Festival de Annecy. En este artículo os contamos nuestras impresiones de una película que se ha atrevido, mediante la animación, a contar una de las grandes atrocidades del siglo XX: el genocidio de Camboya por parte del régimen de los Jemeres Rojos y de Pol Pot.

La historia nos lleva a Phnom Penh, en 1975, y nos narra la historia de Chou y su familia que, debido a la guerrilla de los Jemeres Rojos, es deportada junto al resto de la ciudad para trabajar en los campos de arrozales de manera forzada. Sin embargo, durante la evacuación, debido a la brutalidad e intransigencia de la guerrilla, Chou es obligada a separase de su hijo Sovanh. Chou y su marido acaban en uno de los campos de trabajo forzados y su hijo en otro.

Funan película Jemeres Rojos Camboya

Como anticipa la sinopsis, nos encontramos ante una película social que da testimonio de una situación que sufrieron millones de camboyanos. El país, de 1975 a 1979, bajo el nombre de Kampuchea Democrática, generó un éxodo forzoso de la ciudad al campo para crear un país agrario libre, según sus líderes, de cualquier influencia occidental o burguesa, juzgada antirrevolucionaria. La película ofrece un retrato brillante y certero de las condiciones que tuvo que vivir la población durante esa ruralización forzosa. Familias enteras se separaron, cientos de miles murieron durante el trayecto por fatiga, malnutrición o bombardeos. Y cuando llegan a los arrozales, son obligados a trabajar durante jornadas inhumanas, en unas condiciones precarias y sin descanso. Funan nos sumerge en este contexto y relata de manera magistral esta situación para que no quede en el olvido. Es un grito desgarrador de impotencia ante un genocidio que incluso, a día de hoy, sigue teniendo interrogantes sin resolver.

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Pero además, Funan consigue hacer un retrato humano dentro de esta barbarie. Porque la historia gira en torno a Chou tras perder a su hijo. A pesar del golpe devastador que implica la separación de ella y Sovanh, que tiene 4 años, Chou no pierde la esperanza, y en medio de la rutina de los campos de trabajo forzados busca la manera de escapar para reunirse con su hijo. Denis Do también sale victorioso de este drama familiar. Retrata con precisión el lado íntimo de esta historia, que además está basada en hechos reales. La búsqueda de una madre por encontrar a su hijo nos emociona, nos indigna y nos llena de esperanza. Cómo, durante un genocidio, la población consigue mantener la esperanza y sobreponerse para lograr un futuro mejor.

Mención aparte merece la animación, que brilla con luz propia. Haciendo uso de los medios más artesanales, el director consigue imprimir una gran belleza a los planos, que demuestra que la animación no está reñida con el realismo. Sin duda, Funan se une a la tradición del cine de animación político que ha dado grandes resultados como Vals con Bashir, Un día más con vida o La tumba de las luciérnagas. La carga emocional de la película es enorme y la animación nos guía a través de un torrente de emociones que desembocan, de manera catártica, en el tramo final de la obra.

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Sin duda, nos encontramos ante uno de los estrenos más interesantes de esta primera mitad de 2019. Una película inusual, un grito de denuncia sobre uno de los horrores del tormentoso siglo XX, que consigue transmitir al espectador las horribles condiciones de vida durante el régimen de los Jemeres Rojos. Una película necesaria, narrada con buen pulso narrativo y con unos personajes que dibujan lo mejor y lo peor de la condición humana a la vez que documenta una época en Camboya en la que el totalitarismo consiguió el poder e intentó llevar a cabo sus ideales de forjar un hombre nuevo. Esperemos que películas como Funan sirvan de alerta para impedir que horrores parecidos puedan volver a aparecer.

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